resulta que Dios ha dado permiso a su representante en la Tierra, Franc, para que cierre temporalmente la Casa de Pedro mientras termina la fiebre del coronavirus. El Papa ha dado fiesta a las casi 4000 personas que trabajan para el Vaticano. Esto les va a reportar unas graves pérdidas para la manutención de la curia sin los buenistas hombres y mujeres que viajan a ver a Franc y sin dejar la pasta en el cepillo y en chorradas de rosarios, estampitas y objetos varios. Franc ha dicho que si no se puede dar la hostia en la boca, ni trasladarla de mano a mano... no tiene sentido tener abierta la puerta y que se escape el gato. Otro de los motivos estribaba en el agua bendita porque Bergoglio considera que puede contaminarse y contaminar al resto de italianos que no se han contaminado aún. Francisco no tiene fe en su Jefe. Si el agua está bendecida no puede haber nada que la contamine. Si el agua bendita es buena para sacar demonios del cuerpo... ¿Cómo es posible que se contamine por una cosa tan simple como un virus? El virus es un animalito terrestres, ¿acaso una ley Superior no está por encima de la ley inferior? ¡Pues claro que sí! ¿Entonces? Entonces yo estoy con Francisco en cerrar el Vaticano para siempre. El Vaticano no puede ser la mano del demonio para contagiar a todo aquél que, teniendo otros sentidos religiosos, es contaminado por una enfermedad que puede estar en el agua. La sensatez es un estado glorioso de la mente que te permite no caer en errores, que no se puedan rectificar.
Pues claro que el Vaticano debería estar cerrado en previsión de posibles causas de contagio...; aunque el cierre total sería por contagio mental hacia los ciudadanos del mundo.
Nunca pensé que podría ver al Vaticano cerrado por una enfermedad. Pero, tampoco, por cualquier otra cosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario