los eurodiputados allegados a Venezuela a ver al presidente en funciones Juan Guaidó, han quedado atrapados en el aeropuerto sin poder ser recibidos por Guaidó. La sorpresa ha sido que Maduro les ha prohibido la entrada en el país, imagino que por motivos políticos que no por demanda de asilo o vacaciones. ¡Vaya!, que iban de escaqueo a ver a Guaidó en su salsa, sin que Maduro lo supiera o supiese. El diplomático español del PP, Esteban González Pons, puso el grito en el cielo y embistió contra el Ministro de Exteriores, Josep Borrell, a quien le dijo que era de todo menos Ministro. Que había perdido los papeles y que no sabía dónde se encuentra su persona en los momentos presentes. Que estaba ebrio por aguantarse tanto tiempo y que su momento de retiro había llegado.
Es lo que tiene ser ambos de enseñas distintas.
El gobierno de Sánchez pretende dejar a Borrell estancado en algún cementerio de elefantes de la Comunidad Europea. Recordemos que todos los destacados miembros de distintos partidos políticos, de dicha Comunidad, se retiran a destacados puestos dentro de Europa. Y, digo yo, ¿se solapan unos sobre otros en los puestos europeos? No creo que haya tanto sitio, lugar o solaz, para tanto elefante en vías de extinción.
El caso es, que Maduro sigue estando verde: unas veces de ira, otra de mente, otra de... ¡Y nadie que se lo cargue!
A fe mía que es un quebradero de cabeza el que alguien de la categoría de la pájara mental de Maduro: esté poniendo en jaque al rey imperialista de Trump, contra su hermano de leche Putin.
Mis hermanos, ¡pues lo está haciendo!
Está enfrentando a hermanos de leche: que es lo peor que se puede hacer en la vida. Sobre todo, porque la leche se puede agriar y armarse la de Dios es Cristo.
Putin lo ha dicho tantas veces... (como Sánchez que es presidente): …no me toquéis los cojones que disparo el misil -que no funciona porque lleva mogollón de años que está en horizontal y la pólvora se ha caducado- y puede pasar de todo. -Ha anunciado el exagente secreto ruso.
Y el mundo en un ¡ay!, plagado de incógnitas y pasmado, más, que si nos dijeran que los casquetes polares se derriten o cae el Diluvio por segunda vez.
Que es un sinvivir está claro, y creo yo que la gente se muere... no por morirse o que le llegue la hora...: si no por el continuo padecimiento del ¡ay!, y los rosarios matutinos y vespertinos. No hay personaje que aguante todo ese trajín sin que le suden los sobacos o muera desangrado por el estiramiento de la arteria aorta.
El mundo se ha vuelto loco y luego llaman pirado a Maduro... ¡Qué insensatez!
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