domingo, 29 de julio de 2018

aquél que no está conmigo

está contra mí. 
¡Totalmente de acuerdo!
Pero...
existe la paradoja de que los jueces apuntan en el filo de la navaja. 
El juez Manuel Piñar que lleva el caso de Juana Rivas, se ve en la cuerda floja porque no ha dado la razón a la investigada y sentenciada a 5 años de prisión y 6 de pérdida de patria potestad de sus niños que secuestró del domicilio conyugal y del ambiente familiar donde los niños hacían vida y escuela, en Italia.
Como es normal las feminazis han y están haciendo lo de siempre que a una de ellas no le dan la razón, si no que se la quitan y las detienen. Ahora no es un hombre el que va a prisión, (ya era hora), sino la ladrona de niños y buscadora de herederos millonarios. 
Por estos motivos las feminazis están insultando al juez llamándole de todo -menos bonito-, y desacreditando sus funciones y dictámenes judiciales. Juana Rivas, condenada a 5 años de prisiónEspero que vayan sacando el tema de quicio y que el juez pueda imputarlas como cómplices en las lides de secuestro y ayuda en ello. Porque es seguro que las feminazis son las inductoras de la huida y, seguro, pensaron, que, "a ladrón que huye puente de plata".
Pues, no, señora, no. Ahora vas y lo cascas.
Lo bueno que tienen las feminazis es que solo hace falta darles largas. Es decir, darles cancha para que se lo tomen a despecho.
Entonces empiezan a decir y a hacer tonterías y con ello se retratan ellas mismas. Son tan listas que para decir que son mujeres tienen que montar todo el bollogay. El bollogay es lo que se lleva ahora dentro del entorno de las feminazis enviadas por Soros para destrozar sus mentes ya de por sí, negadas. 
¿Se dan cuenta de que las manipula un judío? 
No. 
Por eso Soros las utiliza para sus fines de desarraigo familiar. 
Rotura de la familia normal impuesta por los judíos desde tiempos de Moisés.
2.500 años de historia patriarcal, y ahora nos vienen a dar lecciones de machismo caduco. ¡Qué linces! Fijaros si no han necesitado tiempo de reflexión para llegar a esta conclusión. Y, encima, las tiene que encauzar un judío para que se den por enteradas. Aún, las féminas judías están encarceladas en sus propios vestidos y éstas, se quejan, de que la Iglesia no les deja comerse la almeja.
¡Àlucinante!

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