viernes, 13 de octubre de 2017

no hay peor cosa

que llevar un argentino dentro; el Papa, para su desgracia, lleva dos. Pero, gracias a ello, hemos o podemos llegar al convencimiento de que la religión es un club de mafiosos que viven de estafar a los pueblos y que su moral y ética, dejan mucho que desear. De este modo vamos soltando la venda que obnubila nuestro sentido de la vista y aunque no sirva de nada, al menos destruye la mortaja del miedo. A este traficante de almas, deberían beatificarlo como el más luciferino de los papas que han habido en la historia de la Iglesia. Venía preparado para adormecer las almas y aspiraciones de los jóvenes y lo está consiguiendo. No hay un viaje en los que no esté rodeado de juventud para sus abulias patológicas. Me da que de esos encuentros, fortalece su endiablado espíritu. Espero que dure vivo muchos años, hasta que la gente vea realmente a quién tienen por guía. Ese día habrá terminado su recorrido y la fuente que lo mantiene unido a la vida.


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