lunes, 17 de junio de 2013

la decencia de promulgar lo indecente


Para todos aquellos que tenemos cierta edad, al menos yo, me regocijaba en esos cambalaches de Gardel en un tono pegadizo y callejero. La verdad, que con ese talante de chulo relamido, te introducía en la vida de los suburbios, amigados por desahuciados mentales o familiares. Hoy, las canciones de Carlos están más vivas, si cabe, que nunca, cualificando a un pueblo mundial en ruinas por culpa de gobiernos sin escrúpulo, faltos de moral y ética, y sin preparación suficiente para ejercer o desempeñar puestos de ministros. La sociedad no necesita nadie que la administre, sólo con que se le de la opción de responsabilidad que todos tenemos a la hora de la convivencia social. Nos han adoctrinado a pensar en nuestra carencia administrativa, cuando las amas de casa han demostrado ser doctas en las labores administrativas. Pero, que pena, que ninguno de estos sofocáos de la política, hayan mamao esas lecciones. ¿Será porque se han criado con doncella, en vez de las faldas maternas? Aún así, de la doncella podrían haber captado el pudor o miedo a romper o robar algo de casa de la doña. 
Es indecoroso, blasfemo y vil, comprobar diariamente, la impunidad y ambición desmesurada en la que están metidos todos los partidos políticos españoles. Y lo más despreciable es, que se haga honor a la representación de la justicia; esa  estatua con los ojos vendados.

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