jueves, 6 de junio de 2013

hasta hace muy poco...

en la Universidad Politécnica de Valencia, se hacían fiestas de carrera, donde los jóvenes se ponían hasta las cejas de alcohol. Tan es así que, tanto ellas como ellos, enseñaban sus partes mientras meaban delante del señor rector. Una de esas dispensas para quines se les ha dado el poder de jefe, por ser los pagarines y sostenedores de la UPV. Un descaro a todas luces, una permisividad a prueba de votación anual al conseller, y un descalabro a los principios básico de lo que representa la formación de una Universidad. Y es que ahora, los mismos que crearon esas juergas juveniles por intereses de votos, resulta que van a denunciar a los padres si los hijos salen a divertirse por las discotecas y vuelven borrachos. Por ataques etílicos han tenido que ser atendidos de urgencias muchos de los universitarios durante la fiesta, y no sé si se ha enterado algún padre. Y no ha pasado nada. Más bien el señor rector mejoraba de calidad al ser tan permisivo con la juventud; Dios e iluminado en las necesidades formacionales de los chavales. Ahora resulta..., ser los padres quienes tienen la culpa de haber dejado en manos de curas y rectores bananeros, el resultado de tanto julandrón y analfabeto.

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