jueves, 29 de septiembre de 2022

vuelven los pájaros de acero

a repartir, por todo el litoral Mediterraneo español, las estelas místicas de oro blanco que deshacen las nubes, o las convierten en nubes negras cargadas de agua, o convierten la atmósfera en una ristra de rayos y truenos simulando las trompetas del Apocalipsis. 
Esta gentuza está intentando recrear la Biblia judía como si estuviéramos en el siglo I al IV de nuestra era. 
No habría nada más placentero, para la Iglesia, que los eventos descritos se puedan revivir en este siglo. 
Ya están preparados para que los humanos, ante días de hambre y miseria, podamos ver sobre nuestras cabezas a un Jesús resucitado reflejado y bajando sobre las nubes del cielo. 
¿Sería posible que nos creyéramos semejante puesta en escena de un Mesias en pleno explendor, exorcizando a los vivos y a los muertos? 
La cuestión es que los Testigos de Jehova ya han salido de sus ratoneras y se han distribuido por todas las calles, de las ciudades, intentando salvar a todos los corderos posibles. Sin percatarse que solo 144.000 serán los salvos. Es decir, ni los propios testigos serán salvos. 
A tenor de los acontecimientos no hay más tontos, por metro cuadrado, por un minuto de diferencia, en el nacimiento. Al menos, los pedófilos religiosos, han sido bendecidos y perdonados por Irene Montero y su ley de pedofilia. Al menos, que, la visita de Yoli Díaz, al Vaticano, haya servido para desplegar la escalera de subida al Paraíso. Espero que allí les azoten hasta decir ¡basta! A Irene es preferible que la azoten aquí, ya mismo. 

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