viernes, 10 de febrero de 2017

Dios, Franc y los funcionarios

los trabajadores de la biblioteca pública Hospital, (los que ellos se denominan funcionarios), están de huelga de brazos caídos. Por todos lados nos han llenado de pasquines con la información de que la biblioteca pública recorta las horas de uso de los ordenadores, a todos aquellos hombres "Lunas de Día", porque les damos mucho trabajo. Me gustaría saber en qué van a dedicar el escaso tiempo que nos dedicaban en adjudicarnos ordenador y que tanto les cansaba. Estoy seguro que lo dedicarán al trabajo asignado por el funcionario jefe que nunca está cuando quieres hablar con él. Otro caso del muchacho en boga: aquél que en 10 años no había ido nunca a trabajar. Creo, si mal no recuerdo, pertenecía a la Diputación valenciana. ¡Qué olor de vanidades!
Pienso, sinceramente, que deberíamos solicitar la administración de las bibliotecas y demás entes públicos, por manos privadas. 
Si nos están enseñando a dominar las máquinas de préstamos y los usos y costumbres del lugar, ¿para qué queremos a los funcionarios? ¿Tal vez para que se lleven los 1500 o los 1800 euracos al mes, sin más hazaña que ir a cobrar al banco? Los funcionarios son necesarios para que el jefe supremo de todos ellos se sienta respaldado, querido, mimado, suspendido en el espacio-tiempo del surrealismo más determinante. Y, de esa forma, se elebora una casta..., no de hombres-mente, sino de una sustancia química cerebral que les transforma en funcionarios.
Hoy he presenciado la personificación de la gilipollez más extrema a la que pueden llegar estos memos públicos. En un grupito se quejaba uno de las agujetas que tenía en las piernas de subir escaleras al primer piso. A lo que otro le contesta: ¿qué peldaños? Jajajajajajaja... ¡Cuidado!, que encierra una pandemia de uso neurológico entre la casta funcionarial. La robótica a comenzado.

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