Desciende, cual espíritu,
la suerte al hombre,
y en su afanar acompaña
más, éste a su mente engaña
privándole de menester hazaña.
Duplica, alma, su saña
en larga vida conceder
a quien teniendo la dicha
pasando al lado, deja perder.
Observa el hombre sentado
las ascuas de su leña,
las pavesas con el humo
ascendiendo la chimenea.
En la mano sosteniendo
la herramienta de atizar
poco a poco la utiliza
para el fuego avivar.
Y en esa postura posado,
deja la mente vagar,
al sentir cómo el tronco
ser ascua de quemar.
miércoles, 6 de agosto de 2008
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