no sé a vosotros, pero a mí me sorprende que desaparecieran mogollón de aviones camino de ninguna parte y resulta que, al sospechoso del camión de Berlín, le hayan interceptado en Milán y le hayan matado. Aquí nos meten la cuña: "Alemania respira tranquilidad". Que curioso que al poli que le dió el alto está en el hospital con varios disparos y ninguno de gravedad. Es evidente que el malo era más malo al disparar que con un carnet de conducir camiones. Con estos datos luego nos decís que somos unos porculeros porque no nos creemos nada. ¡Pero es que esto no se lo cree ni un nano de tres años! Nos estáis diciendo que sois lo más de lo más en seguridad: que cualquier cosa que nos hacen la interceptáis enseguida. Nos estáis llevando hacia una idea de seguridad internacional que ni Dios se pueda escaquear a la hora de ir a echar un polvo al puticlub más cercano. Esas escenografías hollywoodienses ya nos tienen saturados. Llevamos muchos años acostumbrados a ver películas estadounidenses, como para no darnos cuenta de que la realidad se está confundiendo con la ficción y al contrario. Especialistas en montar atentados están ingresados en las organizaciones gubernamentales: CIA, DEA, tanto, como directores los hay en Disney. Lo evidente es, que, en determinados sitios y situaciones, se dan cita unos individuos que nadie sabe de dónde salen... pero que enseguida te montan un espectáculo que te quedas patidifuso. Todo concluído. Hemos acabado con la atención de los cientos, miles de individuos que están por averiguar algo sobre el atentado de Niza y de Berlín. Ya han terminado con ello. La gente olvida enseguida. Volvemos a la vida cotidiana y los muertos, también, pueden volver a escenificar un nuevo atentado. Y vuelta a empezar. Dentro de 30, 40, 50 años, a alguien le dará por sacar del cajón todo ésto y exponerlo a la opinión pública, pero nada de aquellos están vivos y los vivos lo miran como si de un film se tratara. Y se preguntarán con cara de párvulos, ¿ésto pasaba en los años 50? Si, hijos, si. Ésto y mucho más que ocultaban a las cámaras de tv. Eran especialistas del engaño, del embrujo que queda en la mente cuando vemos algo que no acabamos de asimilar. Y como no nos interesa o no nos afecta en ese momento, pues acabamos por olvidar. Éstos son los verdaderos terroristas: aquellos que están respaldados por los gobiernos y que pensamos están de nuestro lado. Estos asesinos no están de lado de nadie. Ya hemos visto situaciones puntuales en la política rusa, americana, para darnos cuenta de cómo se venden al mejor postor. Son actores de la vida real con licencia para matar. Estos actores nos los han enseñado infinidad de veces en los cines como para hacernos partícipes o envidiarles... de alguna forma. Asesinos, yo quiero ser un agente 007 con licencia para matar. Me convierten en un asesino mental al querer imitar a ese personaje. Lo malo es que cuando tomo cartas en el asunto me doy cuenta que estoy marcando un papel y que soy la diana de los que han ideado e idealizado a ese personaje. Así está toda nuestra vida montada. Han sabido crear un personaje dentro de nuestros cuerpos, que no simbioniza con el auténtico yo. Me han convertido o nos han convertido en un robot de feria, pero eso sí...: con libre albedrío. ¡Tócate los cojones! Pues... eso...
viernes, 23 de diciembre de 2016
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