Así fue el recibimiento que le hicieron a Sánchez, en Paiporta. Una llegada con más efectivos por coche que los mandados a la zona de guerra, en los pueblos anegados por la Dana, y se presenta como si los afectados no supieran contar los coches oficiales que suele llevar cuando sale de Moncloa. ¿No le da vergüenza? Pues no. No le da vergüenza y la pasea por cualquier lugar donde se reuna gente que le insulte, para desprestigiarles, por sus malos modales. ¡Qué hombre tan galante! Y de qué forma tan despreciable y rápida para quitarse los muertos de encima. Nunca mejor dicho.
Este chulo de playa no nos interesa en ninguna parte de nuestro territorio español. Este individuo nos ha vendido a trozos, a todo aquél que ha sido capaz de comprarnos. Ha regalado país y contenido a Marruecos como si el monarca marroquí fuera más sensato que el nuestro. El monarca marroquí es un sinvergüenza como Sánchez, si no más. Un individuo que tiene a su pueblo en un chorreo de inmigración sin precedentes y él, viviendo en Francia porque sus paisanos le dan yuyu. ¡De puto asco, oiga!
A Sánchez le deberían haber marcado la carita con mano abierta. Una fila de hostiadores profesionales, dominicos, y, ahora, vuelves por otra.
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