martes, 12 de enero de 2021

nos abren ventanas

 aclaratorias cada día que nos intentan mandar mensajes de alabanzas o ejecuciones, conforme al presidente de las distintas formaciones políticas. Bien mirado... cuando desde las tribunas nos muestran lo cansados que están los unos de los otros... se  están rebajando, sin sentirlo, en la firmeza de sus convicciones. Por ese escuálido motivo de confrontación nos aseguran que están firmes y victoriosos, en sus prerrogativas, en aquello que se proponen conseguir, y, para ello, tienen que ladrar para asustar al contrario. Si el ciudadano es el motivo de disputa no tendrían por qué guerrear en la arena del Congreso u otros escenarios políticos. El ciudadano por mucho que le consideren subnormal... viene de vuelta desde hace mucho tiempo. Este ciudadano español ha pasado calamidades (y las sigue pasando) como para que le vengan vendiendo la moto sin ruedas. Y lo curioso de todo ello es que -en todos los países del planeta- tienen -los políticos- las mismas formas de ejercer la profesión. Profesiones que les dotan los ciudadanos en las urnas y que después no se lo agradecen habiéndoles dotado de notables hombres de leyes.
¿Notables? ¡Joder!, aquí creo se me han deslizado las ideas hacia un mundo..., que no existe en este.
Tenemos políticos para hacer una gran barbacoa con sus carnes apretadas de comer bien y hacer mucho ejercicio. Siendo evidente que cuanto más y mejor come una persona y se fortalece los músculos... pierde la fuerza de pensar. Se convierte en una cáscara hueca, con ideas huecas y frustraciones varias. Pongamos de ejemplo a los políticos que tienen que hacer un grandísimo esfuerzo para demostrar que pide algo que es inalcanzable. Examinemos aquellos que secundan al jefe que no sirven más que para aplaudir: y, a veces, con desgana, sabiendo que no sirven más que para pelotear dentro y fuera del hemiciclo o, del partido.
Las elecciones en USA me han hecho razonar en este sentido. He visto de soslayo la ventana abierta: vislumbrando los pormenores y aconteceres vividos. Ninguno sirve ni para atarle los cordones a un caminante o peregrino. Porque, sea Trump o Biden, el que gobierne, cebada al rabo. Siempre serán las almas, el universo, los que pierda. Estoy seguro que deben de existir un Ente que no deja salir a determinados individuos de la influencia terrícola. Al contrario: serían la pandemia para los planetas de acogida. No, los terrícolas no podemos salir de nuestro encierro planetario. Lástima. Pero hacen bien quieres sean los responsables de ajustarnos las cadenas a la maldad. Al que es válido lo prostituyen dándole píldoras de poder. O le agasajan hasta destriparle el gusano de las buenas intenciones: <<Todo el mundo es bueno>>.  ¿Pero dónde vas, alma de cántaro?

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