martes, 22 de septiembre de 2020

no hay vergüenza ni en pandemia

¿Hasta dónde se puede arrastrar un hombre para no morir en política?
Hablo del expresidente del partido naranja Ciudadanos. ¿Pues no había dimitido y dedicado a sus labores...? ¿Qué cojones hace volviendo a dejar a los naranjitas a las patas del caballo de Sánchez? No hay vergüenza. O, si la hubo, se la comió un burro, como Ribera, porque era verde. 
La verdad es que nunca pensé que una señora, como Arrimadas, con un talante batallador -(de Rottenmeier), en las cortes catalanas... ha quedado como la mantequilla junto al fuego. De Cataluña la tiraron los independentistas, y en Madrid... tampoco pega. Su fuego uterino se lo transmitía la tierra catalana. Algo parecido al presi del PP, Alejandro Fernando, cuando se dirige a Torra como la última galletita del paquete. Al menos, Alejandro, no se deja influir por las impertinencias de Torra, Torrent and company.
Ya hemos visto, con la presencia de Sánchez en Madrid, como la presidenta Isabel Díaz Ayuso se ha puesto de rodillas y pedido clemencia al despótico Pedro S. Ese Pedro -doit avoir un je ne sais pas- que las lleva de calle, que se rinden a sus pies. Y todo porque a Sánchez le interesa salir en los medios dando cobijo y ayuda y primeros auxilios, a una mujer a punto de implorar un poco de cariño. Siempre he pensado que, allí  donde las mujeres ponen sus zarpas..., se jode la marrana. No pueden, ni deben dejarlas asumir la presidencia de empresas ni de ninguna otra. Y el mundo marchará mejor. Su sistema de matriarcado funciona en islas o poblados donde su forma de enseñanza es patriarcal. Las madres adquieren el roll de enseñanza basado en la rudeza del terreno y la proporción de autodefensa. En las ciudades las mujeres están amariconando a los hijos, como humanizando a los perros. Pretenden una igualdad dirigida hacia una formación feminista total. Es impropio la existencia de tanto gay suplantando su naturaleza masculina. Una guerra en el cuerpo del guerrero.

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