a Rey muerto,

¡viva el Rey! Pues eso digo yo con el 28 de diciembre de cada año. ¿Qué es el 28 de diciembre de cada año? Una broma de mal gusto que nos gastamos los unos a los otros como si eso fuera lo más de lo más. Pues señores...: el día 28 es el día en que Herodes el Grande mandó matar cerca de 15.000 niños para acabar con el Mesías Rey de los Judios. Y digo Mesías Rey porque... -como se señala en el Belén de la iglesia de santa Catalina-: dos niños nacieron, uno en representación del Rey de Israél, como columna dinástica y el otro, el Salvador del mundo. Este salvador daba o daría la vida por los pecados de los hombres ante Dios y por Jesús, dieron la vida Juan el Bautista, los 15.000 niños degollados y Judas Iscariote. Unas ofrendas diabólicas para un dios dinosaurio. Pues, señores, seguimos teniendo en el calendario Gregoriano el 28 como un día de cachondeo y bromas varias, cuando a mí no me gustaría que me recordaran por haberme asesinado. Con esto llegamos a la conclusión de que la Iglesia siempre celebra lo malo del ser humano. Mantiene en memoria todos los hombres y nombres a los que otros hombres han asesinado: san Lorenzo, en parrilla. San Sebastián: siete flechas laceraron su cuerpo. San Vitente Mártir: a quien los romanos y Daciano le hicieron de todo... menos bueno. En fín, que tenemos a todos los asesinados del mundo mundial viviendo de memoria en todas las iglesias, catedrales, capillas, capullos, etc., etc. Reliquias que buenos dineros han dado a ganar al Vaticano e iglesias varias. Lo malo de todo ello es que seguirán haciendo las mismas gilipolleces una y otra vez, porque hay gilipollas que así lo quieren. ¡Un, por si acaso!, que decía un disminuido psíquico que conozco cuando le pregunté si era creyente y me soltó eso: yo no soy creyente, lo hago por si acaso hay Dios. Disminuido... los cojones. Pues eso, pichas mías, no permitáis celebrar ese día fatídico para una gran parte de la humanidad que ha dado la vida por un mísero Dios pagano.