viernes, 4 de noviembre de 2016

el Jueves siempre ilustra

adecuadamente, la realidad.
Qué tomadura de pelo la investidura de Mariano. Qué falta de respeto a la ciudadanía viendo la escenificación de los miembros del emiciclo. Todo un año para llegar al mismo lugar, el cual, estaba más que cantado desde las últimas votaciones. Y, si lo sabían ¿para qué permitir que España sea el hazmerreir del mundo global? Porque no tienen lo que hay que tener para gobernar un país. Es más..., y lo poquito que tienen, está vendido a mejores postores. Todos tienen una mano oscura detrás, como marionetas de guiñol. Y, lo realmente preocupantes es, que ya no temen a que el país (que no el periódico El País) nos demos cuenta de sus juegos de azar. Porque lo que llevamos de campaña y lo que vendrá o saldrá de ella..., no es más que un puro azar en la gobernabilidad de los españoles. ¡Y se quedan tan frescos! Cuatro palmaditas en la espalda y todos a sus casas como si tal cosa. No deberían cobrar el año perdido. No deberían salirse de rositas como si la historia pasara sin penas ni glorias. Algo ha de suceder... Algo debería salir de la mente de los ciudadanos contra estos traidores a la patria... ¿Y qué decimos del lelo del Rey? ¿Para qué cojones tenemos ese memo en España? Por que, perdona, no tiene fuerzas ni para leer un discurso. Cuando sale de visita a otros reinos, parece mentira la poca chicha que saca el probe. ¿Cojones, muchacho, échale más energía, más vitalidad, que sepan que España la representa un soberano con dos cojones! Me temo que no tiene arranque y, por tanto, no necesita freno. Es un tío life. Qué tomadura de pelo. Y la gota que faltaba está representada en la figura de la señora Ana Pastor. Qué portento de mujer. Qué poderío derrocha contra sus señorías. Y, que conste, que era la mejor para ocupar el puesto de presidencia. Joder, macho, que dominio y qué temple. Por favor, mandarla a casa. Ya va siendo hora que determinados elefantes crucen el puente del adios. Es fácil que algún día alguien se acuerdo de ella como a Pajín, por ejemplo. Pero no la tengamos aguantando la capacidad de reacción que puede provocar en los televidentes cuando retransmiten algún encuentro verbal entre parlamentarios. Se hace insufrible ver que no llega, que quiere... pero no puede. Un contraste de contrasentidos que constata su impotencia presidencial. Si es la mejor que tenemos, ¿para qué tener a 350 bocas con dientes como sierras? Cerremos la paraeta y que vayan por donde han venido.

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