Este era el titular por el que estimulaba a los parados a donar sangre.
decía asi:
Una multinacional productora de hemoderivados había propuesto que se pagase la donación de plasma sanguíneo para proporcionar a los parados unos euros extra con que llegar a fin de mes. La multinacional pagaría por las donaciones, decía su presidente, unos sesenta o setenta euros semanales, "lo que sumado a la prestación de paro es ...-añadía- una forma de vivir". La noticia habia aparecido en varios medios, y aunque la federación de donantes respondió en contra y auque no se vislumbraba ningún cambio inmediato en la legislación, desde diferentes lugares se advertía que las empresas iban a continuar presionando a la UE y a los gobiernos para que liberalizasen la compraventa de sangre. La federación pensó hacer algo. No para defender el altruismo, que podía ser una bandera moral demasiado exigente con cada vida y que, sobre todo, era un concepto que una vez más establecía fronteras entre el bien ajeno y el propio, olvidando el común. Para la federacion tampoco fue el planteamineto ético, ni el legal, del sistema de compraventa lo que les sublevó sino que se considerase el paro como un recurso, como una fuente de extracción. Fue el desprecio con que esas declaraciones dejaban claro que no se estaba hablando de lo que cada persona quisiera hacer con su cuerpo, sino de lo que se le recomendaba hacer caso de estar en paro para completar un subsidio insuficiente. No haciendo nada, desejándolo pasar, admitían que no vivíamos, que nuestra sangre no circulaba para hacernos palpitar, sino que apenas permanecía a la espera de la explotación, como una mina, como un yacimiento en venta. Un negocio que se lleva haciendo, en Estados Unidos, desde hace décadas; fructuoso negocio de las muntinacionales de hemoderivados. Multinacionales que propician una tienda de sangre, en calle, por la cantidad de desahuciados sociales existentes. Una forma de tener sangre, órganos, carnaza, para los que lo puedan pagar.
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