¿Creéis, por el encabezado, que estamos en el siglo cuarto? No. Es evidente que no. Sin embargo se repite la misma historia desde que en el año 350 de nuestra era, Constantino, quiso -igual que Francisco-, reunificar todas las religiones en una y así... modificar la estructura mundial de los individuos que componemos la población terrestre. Esta es la verdadera naturaleza de las religiones y por tanto, unificarlas, no hace más que agrandar las ideas religiosas y el número de adeptos. ¿Dónde quedaría el pensamiento individual? Quedaría replegado en un recóndito lugar dentro de la mente, sin justificación, adormecido y censurado, por no ajustarse a los designios propuestos por nuestros pastores religiosos. Y sin ámino ni dominio de sí mismos... las consecuencias serían nefastas para la población, con un condominio absolutamente beneficioso para los poderes celestiales. Hay que ser memos (como lo es la población mundial) para no darse cuenta que las sectas religiosas no hacen más... que beneficiarse de las entrañas de los pecadores humanos. Se parte de la premisa de que somos pecadores desde nuestro nacimiento por el simple hecho de nacer... y porque hubo un listo llamado Adan que se cepilló a una tal Eva y a otra llamada Lilith, que por cierto estaba más buena que Eva. Y por este polvo y el buen rato que tuvo que pasar Adan, Dios le castigó... aunque después tuvo que rectificar diciéndole que podía pecar siempre para tener descendencia... porque hacerlo por hacerlo, era gula. Con este pensamiento el Cielo debe ser una merienda de negros: como en el PPSOE; y cuando alguien quiso poner un poco de orden se lo cargaron. Como le puede pasar al Joven Salvador Pablo Iglesias. En fin, un conflicto de intereses que traen a maltraer a toda la plebe terrestre, al igual que lo hicieron en el planeta rojo hace miles de años. Y aquí estamos... a merced de el papa Francisco y el Cónclave venidero. Amén.
sábado, 18 de abril de 2015
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