Al parecer, nada de lo que se está comentando del Vaticano está fuera de lugar. En los últimos tiempos están saliendo a la luz pública infinidad de miserias que se iban fraguando sobre las almohadas de rico satén rojo y camas con sudor de pedofilia, corrupción de menores, rapto de niños y niñas utilizados en satánicos aquelarres de fanáticos enfermos hijos de... un dios menor, por no decir algo más fuerte. Corruptelas de todo tipo con regusto a humo del Averno. Por debajo de puertas y a través de cerraduras sale el humo de fumatas: negras y blancas, producidos por los cuerpos quemados de niños y niñas desaparecidos por toda la geografía mundial. Es una pena que el templo construido con un simbolismo de Inteligencia, Amor y Voluntad, se haya convertido en cueva de ladrones y asesinos con la impunidad y parabienes de todos los agentes políticos y sociales del mundo mundial.
Aún hay voceros del Vaticano, como Paloma Gómez Borrero que, reconociendo los errores que ha estado y está cometiendo la Iglesia Romana con ese tufillo de diablillos púrpuras, por los pasillos, aún perdura en sus trece de los parabienes de la Curia. Desde luego que hay una gran diferencia entre quienes miramos la Iglesia desde fuera y quienes viven de ella.
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