se quedan Carles Puigdemont, Toni Coming y Lluís Puig. Los malos malotes del atentado terrorista al Estado catalán. Los jueces determinan que no se les puede beneficiar por sus ideas separatistas y sus malos modales a la hora de pedir la autodeterminación. Les cortaron en 8 segundos la parodia separatista catalana.
Pero...
yo creo que deberían darles la Amnistía y traesles de vuelta a España. Sinceramente lo pienso porque nos están costando más caros que tenerles en Cataluña. Que, ya de por sí, nos salen por un ojo de la cara. Pero es que estos ingratos personajes están fuera sin nada que hacer y, sin embargo, están ahorrando de lo que el Estado Central les está mandando para que puedan seguir viviendo opíparamente dentro de esos adosados que nos cuestan 5.000 euros mensuales, más, los eventos que hacen -cada dos por tres- con sus amigos de Waterloo. Más los que se suman de Cataluña que salen... tantos... como ancianos a la virgen de Lourdes. Tal vez Puigdemont tiene un toque que le hace especial. ¿De ángel caído?
Lo evidente es que Puigdemont ha estado manteniendo el independentismo desde Bélgica. Y riéndose, hacia adentro, de todos los españoles, por su decadencia como político y cómico. No obstante aún tenemos tiempo de sentarle en la silla de las "lamentaciones" que, como todos sabéis consiste en poner una silla en medio de las plazas mayores de ciudades, pueblos y aldeas (a modo y modelo de Aterriza como Puedas), y asestarle guantazos a diestra y siniestra. De esta forma nos quedaríamos todos más relajados y él, como más querido y amenizado.
No sé que seríamos los españoles sin el, ay, de sabernos asustados, compungidos y despreciados, por todo el elenco político nacional y extrarradio.
No me digáis que no es ambicioso tener alguien, detrás, que te motiva a ir mirando hacia adelante como aquél que se pone la venda en los ojos para asegurarse que no existe. Que nadie lo ve. Que ha desaparecido. ¡Que triste!
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