hay para escribir un libro. El Cardenal entró triunfal en el Arzobispado de Valencia con su capa magna y aires de Coloso de Rodas con su 1.6. Fue tomar posesión y desatarse la furia de los infiernos. Empezó metiéndose con todo el mundo..., menos consigo mismo. Y sigue derrochando afecto y amistad hacia aquellos con quienes tuvo buen feeling. En el funeral de Carmen Franco se consoló diciendo que no conoció "ni el miedo ni el rencor", y alabó su humildad y sencillez. "Todos la queríamos y ella quería a todos". "Se fue sin hacer ruido". "Pasó por la vida de puntillas, sin una mala cara, con la sonrisa en los labios". "Aprendió a ser fiel en un mundo hostil".
Es indudable que Cañizares era buena pieza del dictador, como lo era Franc de los Kirchner. Ambos buenos amantes de las dictaduras y de las altas caridades.
Bien es verdad que muchos de los políticos que beben de las copas del olvido, vienen heredados de esas copas ponzoñosas. Debe ser producto del zumo de la mala uva, que afecta a la memoria.
Sin embargo hay gente muy mala. La grey solo piensa en los haberes, en la pobreza, no piensa en los años buenos que trajo el franquismo. Pretenden contradecir los efebos actos de la burguesía franquista y desenvolver los patrimonios robados a los españoles. ¡Qué vulgares!
Pero ahí quedan en herencia el legado del Pazo de Meirás y La Casa Cornide. Palacete en pleno centro histórico coruñés. Una simple "morriña" de Carmen Polo de Franco, fue suficiente para que todo un engranaje cómplice del Ayuntamiento, el Ministerio de Hacienda y el Ministerio de Educación, permitir la propiedad al dictador sin que pareciera un expolio.
En propiedad por 300.000 pesetas.
Menos mal que pasan por la vida con "sencillez, humildad, y sin rencores". ¡Cuántos Cañizares han hecho falta para que, familias como los Franco, se hicieran con patrimonios nacionales!
Menos mal que pasan de puntillas. Y, así y todo, pienso que, solo los malnacidos, pasan la vida de puntillas.
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