A ver si nos damos cuenta que estamos entrando a formar parte del ranking de los países tercermundistas. El PP, con Mariano a la cabeza, ha desmejorado el partido y España, amén, de disponer de unas condiciones viarias que nos damos cuenta no disponer, sea culpa de la concesionaria o Fomento... -la casa sin barrer-.
Tercermundista, por tener una frontera africana que no funciona; una influencia de rumanos y mafia rusa que ocupan gran parte de pueblos del noroeste de Cataluña, la Comunidad Valenciana, y disputándose los del litoral mediterráneo valenciano desde Benidorm hasta Granada. Poblando las ciudades de la costa y haciendo, ¿qué? Robando supermercados y todo lo que pillan al paso. Desde luego, trabajar, no.
Me gustaría ver Andalucía cuando, los mendigos enviados por Putin, a España, intenten competir con los yihadistas, -los amigos de Putindemont, afincados en Cataluña-, por el reparto de Al-Andalus. A no ser que hagan un pacto de pernada con Rajoy y ahí se decida quién se queda con qué.
No sé si somos conscientes de la inercia en la que hemos entrado.
Un catalán imbécil que echa un pulso al resto de España.
Una guerra intestina en el País Vasco, por culpa de la independencia de Cataluña y de los etarras que nunca debieron entrar o estar en política; sí, en la cárcel.
Una Comunidad Valenciana que lleva el brote verde de la independencia catalana. Con una influencia descarada de movimientos golpistas feministas, con campañas de desinformación hacia la mujer trabajadora valenciana. Cuyas ponencias son extranjeras. Mujeres que pretenden asentarse en asociaciones, grupos contra los empresarios (sobre todo hoteleros) y arrancar, así, con donaciones o pensiones administrativas. Son muchos, ya, los mítines que se promulgan en centros sociales y museos, en los que he asistido. La asistencia es libre pero no, lo que opinas. Me han echado de ellos por defender las propias. ¡Si no estás conmigo, estás contra mí! Ese es el precio de la entrada o asistencia. Mal vamos.
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