Que antaño se compraban partidos... era algo que todo el mundo tenía sabido, hasta aquellos que no sabían de fútbol. Es más... de vez encuando salían a flote la desvergonzada pose de un directivo o mandril portando una cartera de piel de cocodrilo o lisa azulada en la que contenía el valor del trueque de ganar partido o perder partido. Con las apuestas Online, la cosa se multiplica y los jugadores y directivos son piezas de una estafa a tiempo real. Los jugadores van ganando, perdiendo o dirigiendo el partido, conforme el entrenador les vaya anunciando las cuantías apostadas y por quién. De ello se deriva que un partido de primera pierda -si es preciso- ante uno de tercera o chavales de universidad. Está todo controlado mediante Internet y se pierde o se gana vía Internet. Los amaños vienen determinados según las necesidades de quiebra de un club (hay que echarle una manita), y suelen ser los clubes de tercera A o B donde más se amañen los partidos. No quiere decir que no se amañen -como hemos narrado- en los de primera división. Total, que los memos de los apostantes no se dan cuenta de que son estafados porque el fútbol es la hostia; lo más de lo más, de los deportes. Sin embargo se ha dicho y comentado siempre que en las bicis pasaba lo mismo... al igual que pasaba en el tongo de los boxeadores... cuando momentos antes les decían que tendrían que tirarse a lona en el tercero, cuarto o sexto enfrentamiento. Aquél boxeador que negaba la mayor, era después abatido en la calle a base de hostias de los muchachos mafiosos. Y todo quedaba en la nada porque nadie sabía... o si se sabía no se hablaba... de quienes eran aquellos que le habían dado la paliza al fornido pugil. Y de esta forma tan simple se ha llevado el depòrte desde antes de que se legalizara. Ahí tenemos la lucha de perros, de gallos, de peleas entre nanos de la calle... y todo porque hay gentuza que les gusta apostar por algo o contra alguien. Y lo curioso es, que seguirá existiendo el tongo mientras haya gilipollas que pierdan sus haberes por culpa de las mafias. Y no hay que buscar muy lejos las mafias -por ejemplo del fútbol-: están dentro de los mismos club: llámese jugadores, entrenadores, directivos y grandes mafias chinas. Pues nada, pantuflos, seguir amando a aquellos que os despojan de vuestro euracos y encima, les subís a los altares y les concedéis medallas. ¡Hay que ser gilipollas!
lunes, 21 de noviembre de 2016
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