Me pesa no haberte saludado el día que te ví por la calle Lauria en compañía de una amiga y entrando en el coche, que ella conducía. Sé que me conociste por tu mirada. Tu mirada que despedía una especie de llamada inconsciente de amistad y que yo, no supe descifrar. Cómo podía hacer mía dicha mirada si solo pertenecía -en ese momento-, al coro del Ayuntamiento. Sin embargo... sé que me conociste de las dos o tres veces que nos saludamos en diferentes lugares y eventos que diste en Valencia. En fin, las cosas son como son y yo no esperaba que fuera la última vez que te iba a ver. Eso mitiga, en parte, mi poco o escaso ímpetu que debiera haber tenido en ese momento de encuentro. Muchos son los que en este día te vitorean como la mejor alcaldesa que ha tenido y tendrá Valencia. Aunque ya sabes que de la gente no nos debemos fiar. Hoy tú y mañana... Ya lo has visto y vivido con tu partido. Te ha pasado lo mismo que le pasó a Adolfo con su partido, con los demás partidos, con sus amigos y con el Rey. Ese monarca que les indujo a formar partido de centro donde todos meterían mano, y ninguno se señalaría. Tú, Adolfo, fuiste el único que dijiste que no, y te llevaron a tu degeneración política, física y por último: tu muerte. Ya sois dos con las mismas experiencias. Pero ya es tarde para decir la última palabra... por eso es preferible quedar, ser fuerte: como le decía Rajoy a Bárcenas; lo que debería haberte dicho a tí tambien, en vez de echarte del partido. Pero le interesaba más que Bárcenas no rajara y le pusiera el culo en pompa...; lo que tal vez intentaste hacer tú, y caiste derrotada donde suelen caer las/los que tienen algo que desembuchar. Esos hoteles son elegidos, escogidos, como iglesias y las camas como altares, donde ofrecer el sacrificio. Muchos son los que dejan sus cuerpos en camas sin calor... o con el calor de otro, depositado el día anterior. Los más, son los asesinados por conocimiento de cosas que pueden salir a la opinión pública y a otros, no les interesa. Pero en este juego entra la punidad, aunque, de llamar a la muerte, se trate. Lo malo son los 20 o 25 años que han de pasar para que salgan a la opinión pública los crímenes políticos. A Juan Pablo I también le hicieron paloma los mismos de su hábito. Tampoco interesaba que se metiera con las finanzas del banco Ambrosiano, como era su intención comulgada. Distinto le hubiera ido de haberlo pensado y hecho... que de pensarlo y dicho. En fin, debe ser cosa del destino... del Creador: que no deja de ser el destino... O de la mala hostia que se usan algunos ocupando a asesinos a hacer desaparecer a alguien de escena antes de que diga algo que nos implique más de la cuenta. Puto, maldito, destino
martes, 29 de noviembre de 2016
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