miércoles, 23 de mayo de 2018

el pánico de un conocido

y el caso es que  razón no le falta. 
Tengo un conocido que tiene pánico a las estelas químicas que salen por los conductos que llevan los aviones pegados en las alas y no son los motores.
Esta misma mañana hemos estado hablando de ello.
Cuando salgo de casa suelo hacer un barrido visual de los coches, gentes y atmósfera que tengo ese día. Y no hay diario que los aviones no fumiguen los cielos de esta parte del Mediterráneo. 
¿Y sabéis a qué conclusión hemos llegado...?
Pues -que no ha de llover porque eso perjudica seriamente la restauración en las ciudades acaparadoras de turismo anual-. Por ello -nos hemos dado cuenta los autóctonos- que no llueve prácticamente nada durante todo el año; desde hace muchos años. 
¿Beneficio? 
La restauración en general y los hoteles en particular. 
Esa labor de camareros, cocineros y terrazas que inundan las calles, las plazas, los centros y las periferias. Todo lleno de bares y de terrazas.
 Y se cierran y se acortan y se afilan calles con tal de que en ellas haya todos las cafeterías que se puedan poner. Un enjambre de sillas y mesas que dificulta la circulación del peatón.
Esto NO EXISTIRIA SI LLOVIERA DEMASIADO;
¿solución?
fumigar con metales pesados para deshacer las nubes.
¡A tomar por el culo!
Y lo curioso del caso es que le dan gracias a la virgen por mantener los cielos despejados para poder venir a verla. 
¡Qué buenos son los ángeles voladores que manda la Virgen para que le hagan el trabajo sucio!
¡Para cagarse!
Y, al parecer, este conocido, no debe ser muy devoto de virgen alguna -a excepción de la vecina del 5º-, y por tanto, no puede demandarla que mande a los ángeles voladores a que se vayan a mamarla a otro lugar. 
¡Ojo! Que todas estas palabras mal sonantes no las dice él, que es buena persona; pero me da que las moléculas de polvo le sacan un instinto primitivo que no lo dice…, pero lo piensa.

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