viernes, 1 de marzo de 2013

fumata negra, fumata blanca

El Papa ha cumplido con su palabra y se ha ido a disfrutar del silencio que dan esos palacios que la Santa Sede tiene por todo el mundo mundial. Está esperando que el nuevo Cónclave cierre y abra puertas con una nueva cara en el asiento de Pedro. Despedida desgarrada brotaban de las gargantas de muchos de los feligreses congregados esperando el adiós del Sumo Pontífice. La verdad es que nadie sabe muy bien por qué ha sido destituido, y cuál ha sido el pecado cometido para ello. Lo cierto es, que ya no volveremos a verlo vivo. El emigrante, en el que se ha convertido, de la última etapa, le veremos muerto cuando la mafia del Vaticano quiera sacar su cuerpo a la luz del día. Lo malo es, que esa mafia no se fía de nadie y, tal vez, Dios no lo quiera, le den matarile.
Pensando por mente de un escritor de novelas, tal vez no fuera Benedicto XVI a quien hayamos visto salir en el elicóptero blanco, camino del retiro espiritual.

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