documento titulado: Declaración final de Roma. Como puede apreciarse en la simple enunciación de sus contenidos, el documento es un nuevo monumento al barroquismo burocrático, y el encuentro de Roma, un nuevo y costoso ejercicio de simulación ante una realidad lacerante.sería deseable descartar las hipocresías contenidas en los Objetivos del Milenio y determinar que, con una política económica centrada en las necesidades humanas y no en las del capital, no sólo es posible reducir, sino también erradicar la pobreza. El desafío no es, pues, técnico –y mucho menos tecnocrático– ni económico, sino político.
miércoles, 18 de noviembre de 2009
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