miércoles, 5 de mayo de 2010
Abandonado has, el lecho,
amada mía, a retozar
en lienzos, blanca campiña,
con fogosos mancebos
que te visitan.
Abandonado has, el amor,
querida mía, por moneda
de cambio, fugaz mentira,
la casa plena, pero vendida.
Cómo tan pronto, la sed
saciaste con tus mentiras.
Es la fuente vieja menos sabrosa,
te inclinas en la nueva brota que brota.
¡Ay!, amada mía, tu
cuerpo resista tanta embestida,
los múltiples placeres te sean dicha.
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