jueves, 31 de diciembre de 2009

feliz salida y entrada de año 2010


Desde los inicios del Imperio Romano, enero estaba dedicado al dios bifronte Janus, que mira delante y detrás: al año que se va y al principio del que viene, por eso le representaban con dos rostros, uno barbudo y viejo y el otro jovencito. Los romanos invitaban a comer a los amigos y se intercambiaban miel con dátiles e higos para que pasase el sabor de las cosas y que el año que empezase fuese dulce. Esta vieja costumbre romana fue poco a poco entrando en Europa.
Desde el 8 de diciembre empieza a advertirse en España el ambiente navideño. En esa fecha se celebra la festividad de la Inmaculada Concepción, de especial significado en Sevilla, donde se realiza la ceremonia del "baile de los Seises" en la catedral. Este grupo de niños, vestido a la usanza del siglo XVI, ejecuta un baile rítmico y sencillo, acompañado de música y cantos. En determinados momentos del baile, los Seises hacen repicar las castañuelas que llevan en las manos. Interpretan tres bailes: el primero en honor de la Virgen, el segundo en honor del prelado y el tercero en honor de las autoridades y el pueblo. Este baile también se realiza el día del Corpus Christi y, en esa ocasión, los Seises visten de rojo y blanco.



El origen de recibir el año nuevo tomando 12 uvas por cada una de las campanadas de medianoche es netamente español. Esta tradición, que da buena suerte a aquel que consigue ingerirlas una a una siguiendo correctamente el ritmo que marca el reloj, tiene, según parece, un origen económico y la instauró un grupo de viticultores alicantinos. El año 1909 fue muy bueno para estos cosecheros. Fue tal la cantidad de producto que recogieron que no sabían qué hacer con ello. Con imaginación, consiguieron dar salida al excedente de uvas inventando que consumirlas el día de Nochevieja daba buena suerte.

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