Ximo Puig ha promulgado el toque de queda inminente. Con este inminente quiere dar a entender a los valencianos que todos aquellos que suelan acudir a los club de tonteo... se pidan la vez ¡Ya!, porque no van a tener más posibles hasta dentro de lo que les cueste a los sindicalistas tener ganas de echar un garbeo por aquellos lugares prohibidos, pero a los que hay que visitar para provisionar a los duendes de mercadería nueva. Qué mejor que aprovisionar a España de todo tipo de drogas, putas, y narcos, que aprovechando el confinamiento para que nadie les pueda perjudicar en plena faena. ¿Cuántos policías crees que te puedes encontrar por las calles si de efectivos están escasos? Pues eso. Ninguno. Momento mejor guardado para poner a prueba los cajeros, cambio de domicilio de las bicicletas, y algún que otro coche cambiado calle. Vamos, que lo van a tener claro desde muy empezada la noche.
Señores
que no se pueden cerrar los locales. Que no podemos estar con las ciudades como si por ellas vagaran solo fantasmas. Que las estáis convirtiendo en eso: ciudades fantasmas, sin nadie que ponga música a paso de zapato. Que los domingos, Valencia es un cementerio. Una fantasmagórica ciudad del medievo.
Hace falta ser descerebrados y contagiarse con las mismas fantasmadas políticas en todas las ciudades de España. Que no hay que viajar: vale. Que no hay vuelos autorizados: vale. ¿Pero cerrar los barrios?
Como van dando palos de ciego se contentan con decir lo primero que les viene a la cabeza para salir del paso. Y así llevamos un año y las cabezas con lo justo para pasar un rato y cero patatero, el resto del tiempo. Así nos va.
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