Se está hablando mucho de que el karma no existe como moneda de buen o mal comportamiento. Y todo sería correcto si los humanos naciéramos una sola vez y en grupo. Aquellos que han servido de karma o Darma a los nuevos encarnados.
Es evidente que todo el flujo de pensamientos con relación a ésto nos debe hacer pensar si creemos en la encarnación nueva o no. Si con una sola vida es suficiente para alcanzar lo que algunos consideramos <<energía o cualidad Cristica.>>
¿Es necesario alcanzar el estado de ingravidez necesario para pasar de escuela o nivel mental astral?
Si no...
¿qué sentido tendría o tiene que vengamos cada uno a un segundo del otro y sin aparente diferencia de ser y estar?
¿Se siente uno afirmado en todo su Poder y Gracia como para utilizar la mente como uso "mayor o grado" de lo normalmente establecido? ¿Estoy lo suficientemente capacitado como para gobernar mi cuerpo y mente en una sola encarnación?
Si respondemos que sí... indudablemente el individuo debe saber cómo comportarse para no provocar indicio probatorio de karma. Recogidos en los llamados pecados capitales. O cualquier otra acción culposa hacia seres iguales o distintos en la cotidianidad. Sólo los más entendidos en esas lides pueden controlar los actos que pueden provocar karma. Hasta el Buda en la montaña, recluído en una cueva, puede provocar karma en la No divulgación de sus conocimientos como hermitaño.
No estamos solos. Eso dificulta no caer en la suma de actos kármicos para un nuevo alumbramiento.
Creo que lo escrito tiene un carácter religioso por sus nombres búdicos. Pero la cuestión está en si puedo comportarme con la capacidad suficiente para no herir voluntades ajenas. Lo del nombre no tendría valor si la cualidad está presente e inherente al sujeto puesto en práctica.
Lo que llamamos <<malo o mal>> provoca Karma. Esto nos sujeta a la rueda de muerte/nacimiento.
Lo que llamamos <<bueno> provoca Darma. Vibramos a mayor grado de poder energético, y, por tanto, nos aleja de la rueda kármica.
¿Todo esto es hipotético?
Hipotético es la vida en sí misma. Por ello la vivimos por sí mismos. Ni el gemelo es idéntico a su hermano, ni el mellizo tampoco. Una milésima de segundo y nadie es igual al otro. Parece mentira que con la cantidad de individuos que vivimos en un mismo planeta y, ninguno..., -digo: ninguno-, ...nos parezcamos entre sí. Esto supone un abismo entre un individuo y otro. Entre unos pueblos y otros. Entre unas naciones y otras.
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