El disfraz representativo de "Padre Apeles" nos distrajo mucho en momentos de disforia diaria. Nunca entendí por qué la curia no terminó con Apeles y su disfraz. Que no hacía bien a la Iglesia con sus actos públicos y publicados.
Es bien sabido que aquél que haciendo parodias de la Iglesia, no siendo de la misma, es como un chiste de Arevalo, en el mejor de los casos.
Viendo a estos personajes vivir opíparamente de sus travesuras... parodiando a una orden religiosa... me demuestra que con un poco de morro, un mucho de cara y un buen organizador, se puede llegar a conseguir trabajos cortos y bien remunerados. De ahí que los albañiles eligieran jornadas interminables y piropos, hoy, prohibidos.
La curia, la Iglesia, nos llama poderosamente la atención y sobre todo, porque sabemos que existen a otros niveles de conciencia e inconsciencia mental. Unas organizaciones que de opacas tienen hasta sus propios fans dentro de las mafias. Creo que la curia no hubiera sido lo que es si no estuviera metida en todos los fandangos fangosos del orden mundial. No se me olvidará el título del libro Monseñore y su forma de recaudar el diezmo.
Según escribo me he parado en sentirme la jeta de asco que estoy poniendo ante los hechos que se están originando en los centros de mayor moral y ética que se deberían dar. Y mirar que no pongo de amor. Que sería lo correcto. Apeles apela a movida que existe entre los cardenales si el Papa pasa a mejor vida. Ya están moviendo los cimientos y las cenizas para la fumata blanca o negra. Ya están intentando dar carpetazo al curriculum: añadiendo la plaza de Sumo Pontífice.
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