viernes, 31 de julio de 2020

ni soy Borbón ni Juancarlista

soy de aquellos que considera que los gobernantes tienen que ser personas con la capacidad de sorprender a los ciudadanos con un comportamiento rayando la total sincronía en la función del Estado. Un funcionariado comprometido y decente... dará, aportará al ciudadano, la dirección de un comportamiento adecuado. Si, como ahora, tenemos a todos los políticos metidos en cloacas y mierdas varias... ¿Cómo los ciudadanos van a responder modélicamente? Y, si encima, salen airosos de todos los tejemanejes, ¿cómo no va a existir un desánimo en el pueblo español?
De aquellos polvos estos lodos; y de aquellas ideas unificadas de ideales patrios a una ratería constante a las cajas del Estado (lo que hay en la Caja no es de nadie: Calvo) y no señalarse... Debiera otorgar al ciudadano el derecho a no pagar más impuestos, ni tener a los rateros aún ocupando el lugar del siniestro.
La Ley no es igual para todos. Lo sabemos y aguantamos. No podemos dejarnos concienciar por quienes están señalados por esa Ley sin efectos reales. No se puede otorgar inviolabilidad a quien es un sinvergüenza, ladrón y putero. También hay vicepresidentes con una carga vírica de cargos, y no les pasa factura. 
A pagar pocarropa. Como siempre.
El monarca sigue dando de qué hablar, con nuevos regalos de sus hermanos de sangre. 

Otros 62 millones para un ático en Londres. De cuya compra han desaparecido 20. Pero la desgracia es que el Emérito no desaparece y deja de colorearnos la cara ante el resto del mundo.

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