jueves, 23 de julio de 2020

ahora sí que sí...

vas a tener que llevar la mascarilla por la calle y en cualquier centro en el que tengas a bien entrar. Menos (siempre hay un pero...) en el Hemiciclo donde un grupito de diez socialistas tienen las mascarillas bajadas o no las portan, tal vez, con el compromiso, de que la algarabía emitida por la entrada al gran líder del PSOE, en el recinto ferial, sea clara y contundente. La mascarilla silencia el entusiasmo y ya no se vive igual.
Si el covid-19 está inoculado en  las gotas de agua que forma la atmósfera..., es muy posible que dentro de poco el gobierno nos obligue a llevar la mascarilla dentro de casa y al dormir. Porque -se supondría- que tienes o tenemos las ventanas abiertas de par en par, de la casa, durante todo el día y la noche, habiendo entrado el virus en casa sin haber llamado a la puerta o la ventana, como hubiera hecho Drácula.
Total, que habrá que poner una mampara entre la parienta y tú, con una boca en forma de sonrisa para introducir la lengua, y un agujero para la polla-nariz. 
¡Se nos ha ido de las manos!
En España van aumentando los contagiados; y los presidentes de gobierno de medio mundo están anunciando que aún aumentarán más los casos y los muertos. Es posible que estemos anunciando el Apocalipsis, al vociferar, desde los cuatro puntos cardinales del planeta, la venida del ángel de la muerte en formato de coronavirus H1N1, o sus derivados.
¿Mascarillas Sí o No?
Mi respuesta sería No. Dado que tiene más peligro respirar el aire viciado que sale de tus pulmones y que vuelves a introducir en ellos. No existiría la sístole o la diástole en acción adecuada. La imprudencia de las mascarillas nos traerá graves consecuencias al organismo. ¿Por qué no han comentado desde el principio las consecuencias que acarrearía el permanente uso de la tela sobre la nariz y boca? ¡Para qué...!

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