Ayer nos encontramos al lado del ordenador principal, un cartel que ampliaba las horas de uso del ordenador de cuatro horas rebajadas (antes eran ininterrumpidas) a nuevamente ampliar según necesidad de los usuarios. Hoy volvemos a la biblioteca, el cartel no está, y quien tenía que haberlo puesto no sabe nada. Absurdo señores. Estos son los funcionarios a los que teníamos por reciclados. Pues no es así. La señora que los había puesto ha sufrido de hipoxia cerebral, y no se acuerda de nada. Sería conveniente que les hicieran un chequeo cerebral colectivo para saber si están en perfecto estado de trabajo; eso ya sería mucho pedir, pero al menos no marearían a los usuarios poniendo y quitando papeles que nadie ha puesto y que nadie se hace responsable. La señora se ha quedado a cuadros cuando la he presentado dos personas... -que conmigo- ...habíamos leído el cartel. Y es que alguien avanzado en estado de descomposición craneal, piensa que la gente no lee los carteles que nos dispensan. Pues sí los leemos. Y, por ello, nos cagamos en la madre que pario a tanto hijo de funcionario, descerebrado. Los funcionarios hijos de buenas madres no deben darse por ofendidos si insultamos a las madres de los otros.
Total, que el jefe -que yo pensaba era el impulsor de dejar las cosas como estaban antes de haberlo jodido- no ha sido quien ha dado la ordenanza de cambio sino que se avecina por la parte del Conseller de Cultura. Habrá que ir a hablar con el Conseller para que nos diga si sus propios funcionarios están desmadrados y no saben por donde salir o les da por escribir mentiras para pasar el tiempo. Es posible que la nota informativa no provenga de Cultura, como aseguran los funcionarios de abajo, y sea una mamada realizada por la responsable de abajo. El caso es que nadie sabe nada, nadie ha visto nada, y aquellos que lo hemos visto tenemos que mandar una queja por escrito a la papelera del despacho del memo del jefe. ¿Pero cómo hablar con el jefe, si no está nunca? Por eso todo lo que reciben en la biblioteca va a la papelera porque no te compulsan la entrada, como sería obligatorio.
Esta es la forma con la que operan los funcionarios públicos y sería necesario que los que padecemos de bipolaridad nos enfrentemos a ellos y si es posible pedirles explicaciones personales. Personales, para que no se escondan bajo las faldas de un jefe que no existe y de alguien incompetente. Tal vez el cambio bipolar sería ejercer de juez contra los funcionarios y darles por enterados de sus mamarrachadas. Yo sería uno de los que se uniría a ese voluntariado de derechos de información funcionarial. Tal vez si alguien se comiera el papel con el que ha dictado una ordenanza dentro de un recinto, otro se lo pensaría dos veces.
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