nos pasamos la vida mirando lo que hace o dice una insípida mujer, de la Agenda 2030, que habla como si le importara algo el que trabaja en el campo o el que no tiene para comer. Y me refiero a Yolanda Díaz. La de los contratos fijos discontinuos ─comunmente llamados─: contratos temporales. Otra forma de hablar de los ERTE, los ERE y otros petroglifos.
Los camioneros le hicieron un pase de modelo al alcalde de Valencia este fin de semana por la Avenida del Puerto, y es que no le dejan tranquilo ni su socia la ex del pedófilo ni, ahora, los pitidos festeros de las cabezas de los trailer a los que nadie salió a recibirles con aplausos, ni desde las aceras, ni desde los balcones. A la gente la motiva más el batablanca que aquél que les acerca los medicamentos y la comida hasta su supermercado de confianza. Pues que sepamos que el que nos trae la comida gana al batiblanca... porque si no tenemos para comer es imprescindible el médico. La sanidad puede estar abierta... pero si nos cierran los super habrá que ir a la iglesia a pedir por Dios.
Sin embargo, tenemos a esta buitre graznando por los tejados de medio mundo intentando convencer a la psoe que hay alguien que se va a quedar el puesto del presidente Sánchez. Una serpiente ganando territorio sobre el crucero del memo de Sánchez. Desde que lo besa en el Parlamento, se le ha ido todo atisbo de vergüenza ajena.
Pero qué decir del paisano Feijóo: provinciano, paleto, inepto, como miope político. Y es que no hay peor cosa que creerse lo que uno no es, por mucho que te lo intenten vender. Hombre, estar donde está no es moco de pavo; pero estar como una marioneta del psoe es peor que no estar. O, si estás, no tener vergüenza de ti mismo, al sentirte observado por los paisanos que te puedan ver en la Tv. No me cansaré de decirte que para Galicia eres igual que Yolanda para el psoe. Nada. No sirves si no para darle el gustazo a Sánchez de tomarte el pelo y, de paso, a todos los que te votan. Una desgracia para el PP y sus votantes.
Y, como siempre, Federico dando caña... la pena que no le llegue al lomo del finado. Porque, lo que es políticamente, este payaso está finado.
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