miércoles, 5 de julio de 2017

los presidentes catalans

más conocidos que la Dolores, en Calatayud.
No hay un día en que no sean la  diana en alguna emisión de radio e imagino, igual, en la Tv. Son como las putas itinerantes cuyos chulos las exhiben en todos los prostíbulos de medio mundo, y cuando se hacen muy pesadas buscando novio formal, entre tanto guasón putero..., las cambian de país. ¡Qué mejor trabajo para conocer mundo! Pues me pregunto yo: ¿por qué no cambiarles de país o isla en medio del océano para que tengan su parca con la cual entretenerse? No sé si esa parca aguantaría tanto como el resto de los españoles les aguantamos. Y, yo, estoy por la labor de que ha llegado el momento de romper las autonomías. Es momento de que no haya más que un presidente de la Nación y no ególatras en cada una de las 17. Si con un presidente de gobierno estamos con el culo al aire... no hace falta mención con 17 mamónidas. Y qué decir cuando entre el PSOE (que gobernará) teniendo a Podemos rascándole las costras de las muchas heridas, medio cicatrizadas, en la oposición.
Son visibles todos estos tejemanejes políticos para beneficio de los partidos. Si nos fijamos: qué poquitos beneficios tenemos los ciudadanos. Quieren hacernos creer que todo lo hacen por el bien del pueblo: su simbología nos acerca más a los nazis alemanes. Solo somos piezas de cambio o manejo para sus propios intereses y bien poco nos repercute por ello. Siempre quieren que votemos, porque de ese modo se pueden justificar de que aquello que hacen es por haberles votado; de todas las maneras "aguaderas". De normal solemos acabar con una mano delante y otra detrás. Ellos consiguen llevarse hasta el agua del florero, junto con el jarrón.
-Una pregunta clave, para mí, es, ¿cómo sabía Alfonso Guerra que a España  no la iba a conocer ni la madre que la parió?
-Creo que la respuesta la tenemos clara-: porque se conocían entre ellos, y sabían de la calaña, catadura, o, camada, a la que pertenecían. Son muchas las horas en reuniones y putiferios varios, como para no interiorizar y llegar a acuerdos al margen ciudadano. Y lo más tonto de todo es, que los ciudadanos no ven más allá del margen de visión que les permite los colores del partido. ¡ Y así nos va!

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