todos tenemos en mente a la señora Isabel Preysler, esposa del señor Mario Vargas Llosa, actual esposo; dueña y dama de Villa Meona. Le pusieron ese adjetivo porque tenía tantos urinarios que Borrel no sabía en cual de ellos le tocaba mear ese día. Disponían de un manual de instrucciones para poder hacer uso de semejante enjambre de letrinas. Unas con el chorrito incorporado, otras sin chorrito, otras sin toalla, otros con señor que te limpiaba el pompis y otro que te lo secaba... En fin, diario de actividades para saber qué y dónde reposabas el culito.
Ahora es el joven rey Felipe el que no sabe dónde dormir en el Palacio Real. 3418 habitaciones tiene a su disposición el muchacho y la consorte y, sí, las niñas. Que imagino para ellas el Palacete debe ser como el campus de Maikel Jackson, y un sinfín de pedófilos cuidando que las infantas no caigan en manos de ningún desaprensivo. Para que veáis qué poder de concentración debe regir la cabeza de esos mangantes para llevar a cabo semejante actividad diaria. Aunque, a todo se hace la burguesía y ahí tenemos la estirpe Pujol y Ferrusola, dando muestras de literatura ratonil a sus aplicados hijos.
Que sepáis que Felipe se muda de despacho al centro, centro, de Madrid. El despacho tiene unos cien metros cuadrados -algo parecido a unir tu casa con la del vecino-. El muchacho tiene mucho que despachar en un despacho tan descomunal. Daros cuenta que allí, en ese despacho, su padre despachaba determinadas cuestiones domésticas y las cosas del meter. Ahora ha pasado a ser despacho del chaval. ¡Qué paradojas tiene la vida! Y digo, paradojas, porque a qué viene que tenga despacho, en el centro de Madrid, alguien que le lleva los asuntos de Estado. Que ni siquiera a eso se tiene que preocupar. ¡Pasmoso!
Ella, sí. Ella tiene mucho que hacer. Tiene que dedicarse a la cocina o cocinón -según entendamos el adjetivo-. con su fogón a leña y el carbonero en el lagar.
¡A qué cantidad de gilipolleces nos dedicamos al cabo del día! Qué nos importa a qué dedica el tiempo el memo del rey y su concubina. Sí nos importaba más a qué se dedicaba su hermana y nos han tapado la boca con cemallera de vaquero.
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