En las mañanas de Federico, Cifuentes se defendía del informe policial que la definía y define como choriza -otra-, del PP, madrileño. Como siempre que sale un político del PP en Federico, su misión es apoyar al o el, de turno. Y, cómo no, se apoya -que no apolla, que también-, en su querido amigo JJ. Un mamoneo de no te menees. Un engrase de vaselina que da asco escuchar.
La muchacha -con ese hablar entre histérica, paranoica, y de: yo acabo de llegar, tan de Bart Simpson-, siente y padece la ira de la ciudadanía madrileña, que tan en posesión de ellos se pensaban. De lo que, Mariano, no aporta nada bueno a enmendar la pobreza existencial en el que está sumido el PP en España. Pero a él le importa un pepino siempre y cuando, en su nevera, tenga, buena carne de nabo joven.
Recuerdo que la Espe -esa señora típica de chismorrear, por los deslunados, de todo el mundo, con todos los de la escalera-, dijo lo mismo que Cifuentes, o, viceversa, y al final se fue gracias a Dios. Porque no hay nada mejor para una señora chismosa que caer en la política y enterarse de todo lo que se menea en el barrio y en el de enfrente, el otro, el otro, y así, hasta el infinito y más allá.
A ver cuando terminamos con todos los chorizos, mamones, chismosos, cabrones varones, féminas y baronías que nos joden de diario sin aportar nada novedoso o bueno, al sillón o cartera que representan. Que se vayan a tomar por el culo y nos dejen que la ciudadanía tomemos la riendas de España antes de que nos la vendan a Alemania, Inglaterra, China y sus putas madres. De ahí la Democracia y Globalización...
una industria judía como su propia religión.
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