viernes, 12 de febrero de 2016

Qué sí, nieto, que sí

los carteristas, los ladrones de guante blanco, serán los monarcas del futuro. No hay más que ver cómo los políticos corruptos indagan para enmerdar a otro, y tirar balones fuera. El caso es que todos los jugadores tienen tarjetas rojas y no hay en España ninguno que pueda llevar el traje del mismo color que cuando lo compró. Cuando la transición -tan referenciada-, se nombrò la caja del dinero público como la meta a conseguir y a repartir. Así lo hicieron, y en este momento, cuarenta años después, se siguen repartiendo el pastel como si el que tuvo la idea (Carlos I) siguiera en activo, que lo está. Nadie se despide de la actividad política hasta que lo sacan con los pies por delante. Una estrategia para seguir sacando de quicio a los sufridos españoles. Y de esta guisa la ex alcaldesa Rita, ha buscado refugio fuera de las huestes mundanas, para que no la tachen de choriza y anal-fabeta. Qué vivos están para llevárselo crudo y abogar ignorancia delante de la justicia. Una justicia que se convierte en hegemónico cuando sale de sus propios escarceos choriciles. ¿Dónde vamos a parar? Pues al mismo consenso rateril para que aquellos imperiosos -barones-, salgan sin mácula o tacha y encima, por la puerta grande. Estos cuatro años han sido de lo más de lo más en delincuencia política y desmadre a la española. El oscar a la mejor peĺícula se la llevarán, sin duda, los actores de la trama gobernante. Y al mejor director de la peli: el Rey y su concubina. Algo me dice que son gallinas del mismo corral. Algunas de ellas, compradas en corralitos sudamericanos. ¡Con la Iglesia hemos topado!

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