Ultimamente nos están bombardeando con el tema de los agujeros negros como algo que nos absorbería como si de una aspiradora se tratase. Sin embargo, nada más lejos de la verdad. Si el mundo fue creado por un Big Bang de un agujero negro, es imposible que nos absorba un agujero negro, puesto que ya estamos ambulando dentro del mismo que nos creo. Otra cosa sería que, el espacio existente entre agujeros negros, nos hiciera trasladarnos a un espacio-tiempo distinto. Es decir, saliéramos despedidos al vacio -que no es tal-, existente entre esos agujeros negros. Sin embargo, la dinámica del espacio debe ser muy parecida al cuerpo humano. Es necesario el vacío, para que haya cuerpos a su alrededor. Por lo tanto el vacío es tan importante como los objetos que pululan. Si, encima, nos lo imaginamos como una tela en cuyos agujeritos se ubica uno de esos objetos, seria impropio llamar tela solo al espacio lleno y no al vacío. Ambos dos, forman el jersey. Y, porque tenemos en el cuerpo mangueras similares a los agujeros negros por donde circula nuestra sangre, espacios intermedios que absorverían la sangre y al que le damos de nombre moratón. Sin embargo, nada se pierde, ni el individuo sufre una transformación atuto temporal, ni se desplaza a ninguna parte. La Tierra -tal vez- perdería su eje de rotación, pero eso mismo lo tuvo en el pasado. La mente de los diseñadores terrestres sobre el Universo, nos someten a diario a una serie de elucubraciones que como no se pueden demostrar quedan en el olvido de las bibliotecas; aunque se condecoren con medallas al valorar quién ha tenido la idea más descabellada del planeta. Después, al tiempo, nos dicen que: donde dije digo, digo Diego, y se quedan tan panchos y regordetes. Y como eso de pensar conlleva unido un buen pellizco de pasta gansa y así, todo el colectivo de intelectuales a pensar cómo vamos a palmar, y que sea general.
Como no tenemos suficiente con el colectivo de desmadrados políticos mundiales, pues añadimos a los intelectuales astrónomos e ingenieros espaciales a darle al mundo un nuevo sopapo vía lengua viperina. Al señor Hawking, alguien debería decirle que deje de darle al tarro, y se tome unas vacaciones en Benidorm. Y digo Benidorm, porque allí -últimamente- se borran tontería cerebrales, entre bachatas, baños mediterráneo, buena y abundante comida, y unas refriegas puteriles. ¡Por favor, Hawking, deje de fumar m... y de pensar en elefantes b...lancos!
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