viernes, 18 de junio de 2010
Aquí lo tenemos. Un tablero de ajedrez de la logia masónica donde se decide quién derrota a quién. La circunstancia es que el individuo, que se designa así mismo iluminado, está en la sombra. El que modifica el juego a voluntad y beneficio propio. Ya intuimos quienes son los que se autodenominan iluminados, y sin embargo llevan en su sangre un virus genético. Tal vez sea esto lo que les hace ser torpes en sus gestos y deformes en el habla. La pena es que se multiplican con bastante rapidez y se dispersan con bastante fluidez. Se asientan en tronos de palacios, desgarrando con saña la bolsa vacía de quienes se sustentan. ¡Debe haber un Dios para tamaña indecencia!
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