jueves, 6 de agosto de 2020

volvemos al siglo XIV

y lo hacemos de la mano de la peste bubónica o peste negra. 
Oriunda de Mongolia, ha vuelto a rebrotar -hace escasos días- en la ciudad de Bayannur, que limita 
al norte con Mongolia, 
al sur con Wuhai, 
al oeste con Jiayuguan y,  
al este, con Baotou. 
Se ha dado otro caso en Madagascar.
Lo chinos ya han dado la voz de alarma. 
Por si éramos pocos..., parió la abuela. 
Como sabemos la enfermedad la trasmiten las pulgas infectadas con la bacteria Yersinia que, en el cuerpo, se desplaza hasta el ganglio linfático más próximo, donde se multiplica. O, se contrae por la ingesta de carne de marmota contaminada, u otros animales enfermos. Por lo que las organizaciones sanitarias prohíben el consumo de carne que no haya sido debidamente tratado.
Os acordaréis cómo siempre hemos denunciado el consumo indiscriminado de animales por parte de los orientales. No le hacen ascos a nada; y se atiborran de animales de todo reino. Son los mayores depredadores del mundo: tanto acuáticos como terrestres. Vuele o no vuele: a la cazuela.
Mal vamos a terminar si no dejan de trastocar el espacio donde viven. Les da igual si nadan en tierras de China, o del país donde se cobijan. 
Repetidos en los cinco continentes, sería necesario advertirles de que dejen de trapichear con todo tipo de seres, sin un mínimo de sanidad. En España han intentado entrar maletas con pollos muertos. Con un pestiño que ríete de la peste negra.
¡Así, no, campeones!

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