acaba de aparecer a los medios como si hubiera sido ayer cuando se levantó de la cama y acudió a su puesto de trabajo. Y es que el ego tiene esa parte de independencia que lleva a Sánchez al borde de un ataque de nervios.
Lo dicho:
Ha aparecido de sus largas vacaciones y lo primero que ha hecho ha sido meterse con todo bicho viviente, menos con su ego.
Ha repartido voluntades a diestro y siniestro y se ha quita de en medio la puta pandemia que le lleva a mosquearse con Iglesias. Iglesias que anda metido en asuntos propios de justicia por tarjetas móviles y dineros recibidos de favores. Sobre todo de favores a los de su calaña en Venezuela, Colombia... etcétera, etcétera.
Total,
que los niños, padres, madres, abuelos y maestros sin contratar...: se están viendo dando clase en las plazas, en las Monumentales, y en los campos de fútbol por aquello del límite de plazas y tanto niño del carajo.
¡En qué hora dijeron que los niños son del estado! En bocas cerradas no entran moscas.
Ahora no tienen más remedio que comérselos con papas y, algunos, con más tablas que la Piquer. Porque, lo que les falta de estatura, les sobre de lenguaje; y te lo aclaran rapidito sin darte tiempo a respirar.
La pandemia de Sánchez no es viral. Él es el virus. en todito el cuerpo. Anda quitándose al rey... y va de monarca por donde pisa. ¡Qué asco de tío!
en fin, amigos,
que volvemos a las andadas un año más; intentando que el virus no nos ataque
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