había dejado nota de suicidio. De igual modo que Bárcenas llevaba la contabilidad del PP al día. Y es que estos tíos lo hacen todo como Dios manda. No cuadraba que se hubiera pegado un tiro a lo duro, a lo seco. Tenía que decir adiós a la familia y a los amigos. Con los que cazaba, no. A esos no les dijo nada; solo servían para ir a cazar, no para tener confianza. Y, resulta, que, ahora, se ha convertido en santuario de peregrinación para los españoles. Santiago ha quedado obsoleto. Ahora las hordas de peregrinos se lanzan a peregrinar a la Virgen de los Linarejos, Linares, Jaén. Si la cosa continúa como hasta ahora, la curia ha decidido expropiar todos los alrededores para que la gente pueda acampar en las cercanías de la tumba. Tal vez esperan, del banquero, una aparición diciendo cuántos dineros se han llevado él, y la camarilla. Algún que otro paranormal grabará psicofonías intentando saber cómo se llega a robar con tanto morro. Yo me he calado un hábito de franciscano y peregrino al Santuario.
Esta ha sido la última dirección conocida del suicida cazador. Tal vez los venados hagan una escapada para darle el último adiós al matón por la muerte de sus congéneres. ¡Uno menos, para matarnos: -habrá dicho el animal-. Y, seguro, le habrán cantado la canción del venáo.
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