¿Alguno de nosotros se puede creer que Borrell ha salido corriendo tras las huellas del agente culpable del envenenamiento al opositor Navalny, hasta el mismo corazón de Rusia, a amonestar a las mismas autoridades en su alma mater?
Yo realmente no puedo creer que Borrell se haya dado una vueltecita, hasta la tierra del oso, para apaciguar determinados malentendidos salidos de la UE. La UE es un nido de ratas que toman determinadas misiones infantiles y se las dan a quienes consideran rastreros e insumisos y pelotas. Y allá que va Borrell a intentar decirle a Putin que tiene que tratar con benevolencia al toca huevos de Navalny, en Moscú.
El Ministros de Exteriores Ruso quien ha tenido a bien una charla amistosa con Pepe, le ha enseñado la dentadura que utilizan en Rusia aquellos que se implantan los molares. Que no es otro sino los dientes de los osos que suelen cazar en invierno para hacerse las parkas y de paso... utilizar los molares para sus dentaduras. Unos caninos como hombre lobo y blancos como la leche. Claro, si vas a un país en busca de guerra te suelen enseñar los molares. Y según veas la consistencia de la pieza dental... debes tomar las decisiones; tal vez demasiado apresuradas para enfrentarte al enemigo en su propio terreno. Haberle preguntado a Hitler por sus experiencia con el enemigo ruso.
Creo que estamos muy perturbados con la imagen que nos han enseñado los Estados Unidos sobre la Rusia mala y siniestra. Y, claro, luego vemos a Putin y nos damos cuenta que no es más que un presidente elegido (como sea), como lo fueron las distintas veces que votamos en España para que saliera elegido, sí o sí, el pasmao de Sánchez.
¿Cómo vamos a pedir explicaciones a Rusia si no damos las cantidades que tendríamos que dar en España?
Pues eso mismo le ha dicho el Ministro cuando han estado sentados uno frente al otro: Borrell, machote, cuando salgas de Rusia -por los Urales- llévate un recuerdo de la muñeca Matrioska, para cuando te sientas meloso y te acuerdes de mí.
A Sergei Lavrov le debe de haber dado un ataque de risa de ver a Borrell hacer el indio en su presencia. Habrá prensado: ¿Qué hago yo aquí con este memo desmemoriado? Y en ese punto le ha ido señalando todo aquello por lo que no tenía que haber ido a Rusia o, al menos, haberle llamado antes por teléfono rojo. Como se tenía, por antiguo, hacer cuando alguien se quería correr unas juergas en aquél territorio con aquellas rubias despampanantes.
No...
¡allá que se va Borrell a ponerle entre la espada y la pared, al ruso, por culpa de un payaso como Navalny! Así le ha ido.
Borrell, se ha venido berreando y sin la muñeca Matrioska. ¡Puto oficio!
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