Al parecer dice, nada más nacer, llevarse mal con ciertas políticas sudamericanas y no le disgusta la dictadura: bien estuvieron con Franco, con Hitler, con Musolini, con Videla. Está claro que, en la Basílica de San Pedro, cambiará la cara y nombre de los designados, pero lo que no cambiará nunca es, la forma de dirigirla. Un símil en la política la tenemos con el PP. Creíamos que iban a cambiar las cosas y han seguido dirigiendo España como si de la Comunidad Valenciana se tratara. Pura ruina.
No, no cambiarán y ya hemos dicho el por qué. Los intereses que la curia tiene en el mundo es tan espesa como la mente de quienes la gobierna. No dejan de ser directrices cercanas a la abundancia, al boato y lujo, y eso cuesta mucha moneda. Y cuando el valor del dinero entra por la puerta, abstrae el verdadero misterio que dentro de la Basílica se encuentra. Llevan varios milenios diciendo lo mismo y la religión cristiana alumbra por su ausencia. Nadie cambiará nada si no viene de los mismos dominios celestiales, y aún así, lo volveríamos a crucificar. ¡El demonio del poder y el dinero!
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