no naces héroe

es evidente que con este gobierno de mierda que tenemos se nos rían desde Venezuela, los catalanes independentistas y Puigdemont. Otro tarao mental como el Inmaduro, Mas, y el gobierno  británico.

Ahora resulta que le van a hacer héroe a un muchacho por el hecho de pegarle un golpe de patín a un yihadista. Yo, más bien, le reconozco un irresponsable. Él debería saber que los héroes son de tebeo o están en los cementerios. Lo lamentable es que no le han dado oportunidad de aprender la lección y pasará a engrosar el número de héroes. Muy bonita la medalla, su nombre en una calle y un dinerito extra para la familia, pero... a nadie le importa una mierda que los políticos ingleses tengan a la familia esperando que alguno se le ocurra mandar sus restos a España.

La noticia es totalmente contradictoria desde su nacimiento. Unos decían que no sabían dónde se hallaba el cuerpo. ¿querían decirnos que los terroristas se lo habían llevado a rastra y dejado en algún lugar? ¿Nos quieren decir que lo encontraron, lo llevaron a la morgue porque lo habría matado la poli? Si es así ¿en la morgue prepararán el cuerpo para que nadie sepa realmente lo que ha pasado? Es muy posible que le vacíen por dentro y manden el cuerpo maquillado y en perfecto estado de revista para que se lo traguen los familiares y los memos del grupo Rajoy. A Mariano le importa una mierda lo que hagan en Londonmierda. A Rajoy solo le importa Rajoy. Eso no nos viene de nuevas.

A lo mejor, -y digo a lo mejor-, como el chaval trabajaba en el HSBC, -banco del que salieron las 3000 cuentas que había de españoles-, le tengan un poco más en consideración. Porque aquí todo lo que sea bancos y funcionarios se llevan a las mil maravillas.

Siento que alguien tenga que morir porque los políticos no sepan cumplir con su obligación; pero me inquieta más que haya mucho héroe por las calles, en vez de policías que cobran por morir.
Hace cuatro días que ha terminado la reunión del grupo Bilderberg en Estados Unidos. Lo fuerte del encuentro ha sido el terrorismo islamista, con el que no todos han estado de acuerdo. Cuanto más terrorismo haya mejor para tener más fuerzas de seguridad armada (por tanto más armas a fabricar), y más dinero a ganar. Todo para que luego surjan héroes a derrotar a los terroristas y les  sirvan, las muertes, de excusa a la fabricación de arsenal. Los muertos son estadísticas para construir otras estadísticas. Sin enfermos no habría medicamentos.
Del lado del anti-islamismo  estaban el general H. R. McMaster (consejero de seguridad nacional del presidente Trump) y la experta Nadia Schadlow. El general McMaster es un reconocido estratega cuyas teorías se han visto verificadas en el campo de batalla. Nadia Schadlow ha trabajado sobre todo en cómo convertir las victorias militares en éxitos políticos, se ha interesado mucho en la reestructuración de los movimientos políticos en los países derrotados y está a punto de publicar un nuevo libro sobre la lucha contra el radicalismo islámico.
En el bando de los pro-islamistas estuvieron:
 por Estados Unidos, John Brennan (el último director de la CIA de la administración Obama) y sus ex subordinados Avril Haines y David Cohen (a cargo del financiamiento del terrorismo);
 por el Reino Unido, Sir John Sawers (ex director del MI6 y protector de larga data de la Hermandad Musulmana) y el general Nicholas Houghton (ex jefe del estado mayor que preparó el plan de invasión terrestre contra Siria);
 por Francia, el general Benoit Puga (ex jefe del estado mayor particular de los ex presidentes Nicolas Sarkozy y Francois Hollande y comandante de las fuerzas especiales francesas en Siria) y Bruno Tertrais (estratega neoconservador del ministerio francés de Defensa);
 como representantes de las empresas privadas, los estadounidenses Henry Kravis (director del fondo de inversiones KKR y tesorero oficioso del Emirato Islámico [Daesh]) y el general David Petraeus (ex director de la CIA y cofundador de Daesh).
Como si ese desequilibrio no fuese suficiente, los organizadores incluyeron también en el debate a varios expertos en justificar lo injustificable, como el profesor Niell Fergusson (historiador del colonialismo británico).