¿De verdad que venían a trabajar esas cuatrocientas personas migrantes o se los han quitado de encima sus propios gobiernos por vagancia y miseria galopante?
En las ciudades españolas con mayor número de ciudadanos está plagado de pedigüeños sacados de las calles de sus países para no dar mala imagen al turismo. Pero, claro, la mala imagen es una cosa que llevan de tarjeta de presentación porque es lo que han estado haciendo en sus países como método de trajado habitual. Y qué curioso con ese curriculum venirse a España ¿a qué?: -pues ni más ni menos que de oKupas. Lanzados por sus gobiernos a las aguas bravas del Atlántico y del Mediterráneo buscando una paguita y un descuido habitacional para apalancarse durante un largo tiempo a costa del propietario de la vivienda okupada. Para, al final, pedir una cantidad de dinero para dejar la okupación y, con ese chantaje, okupar otra vivienda y así indefinidamente. Cuando las cosas no les va como con el alcalde Albiol, entonces nos llaman racistas y otros bellos antónimos, hacia nuestras personas.
Cabe, por tanto, de alejarles cuanto antes de nuestro país, de nuestra cultura, de nuestro bienestar social..., de igual manera que se aleja el malestar del cuerpo. Un viaje de vuelta con el compromiso de no retornar nunca. De proclamar un desapego con España y los españoles. Proclamas de repudio contra España y los españoles para que no vengan más ilustres a okupar espacio no ganado.
Esto debería bastarnos para tomar decisiones proporcionales a los daños causados a compatriotas. Démosles de su propia medicina. ¡Ya!
