jueves, 26 de junio de 2025

el saber arquitectónico de los canteros

 Son las catedrales las que nos elevan la vista hacia el cielo en busca de Aquél que nos creó. Las catedrales, al igual que la Torre de Babel, es un método cabalístico ideado para mirar hacia abajo y contrastarlo con lo que Dios puede ver desde arriba. Ponernos en el nivel igualitario de la divinidad. Los hombres quieren ser iguales a su Creador. 
Para ello tenían claro que la numerología era el sistema que define claramente lo que representa la figura de la catedral: como ente vivo y espiritual.
El uno es el número sagrado del Creador. 
El dos representa el equilibrio entre el cuerpo y el alma.
El tres hace referencia a la Trinidad y la Redención. Por tanto el número más sagrado.
El cuatro determina todas las dimensiones de nuestro ser: longitud, anchura, altura y tiempo. Cuatro son los elementos, los puntos cardinales y los Evangelios.
El cinco representa el pentagrama, el pentáculo, también llamado pentalfa, esa estrella de cinco puntas que aparece en el dintel de la puerta de los poseídos. El símbolo del rey de las tinieblas y sus cinco mundos infernales. Símbolo del diablo.
El número seis simboliza todas las obras que Dios concibió en los días de la Creación, la armonía de los elementos y, con ésta, el alma humana. 
El siete es el número sagrado. Simboliza los siete dones del Espíritu Santo; también las siete jerarquías angélicas.
El ocho representa el infinito. 
El nueve es el número supremo, sólo divisible entre tres, el más sagrado de todos los números, e invulnerable salvo por la voluntad de la Santísima Trinidad. Los maestros canteros de grandes catedrales utilizan el nueve en sus planos porque su fortaleza y resistencia son mayores que las de cualquier otro número. Por tanto son nueve las alturas que ha de tener una catedral para que su proporción sea estable y duradera. Pagina 92. Pájaros negros, de Philipp Vamdemberg.
Realmente es extraordinario saber por qué las catedrales resisten tantas acometidas de la naturaleza. Impresionante la labor de construcción de estos grandes cuerpos que tocan el cielo con la punta de sus pináculos. Admirable conocer el gran esfuerzo de aquellos que se jugaban la vida por dejar una rúbrica en una de las caras de las piedras.

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