Yo me pregunto infinidad de veces de dónde y por qué llegaron esos individuos a la Tierra. Individuos que eran semejantes -sino, parecidos- con la raza humana. Esos dioses, que no lo eran, surcaron los cielos en busca de estrellas y planetas que pudieran conquistar: unas veces para vivir, otras para provisionarse, otras ¿...?, a saber. El caso es que ahora en la Tierra nos venimos preguntando de qué lugar vendrían los faraones, individuos con unas características que les hacía ser señores de los planetas que pisaban. No creo que el motivo fuera conquistar, ¡ya ves!, sino dejar impronta de su paso por cada uno de ellos. Uno de los sellos -sin duda- son las pirámides depositadas en cada uno de los contienentes terrestres. Lo curioso, resultó, que los continentes fueron separándose unos de otros y las pirámides continúan impertérritas, aún con el paso de los años y los agentes atmosféricos. Debemos decir que tuvieron todas las infraestructuras (la evolución industrial) suficientes para realizar semejantes proezas.
Los relieves en rocas, en tamaño natural, no dejan de ser cuadros para posteriores visitantes.
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